- Jefe, cuando pueda dos más si hace el favor.
El tipo en cuestión ha dejado de fumar. En el tiempo que yo disfruto de dos cigarrillos light él se ha comido no menos de cinco chicles de 4 mg de nicotina. Sospecho que cambió de hábito por mor de la crisis, aunque no puedo sostener mi teoría empíricamente porque desconozco los precios de sus Nicorette. Además luce un par de parches que dice son para adelgazar aunque sostiene que el zumo de cebada (deben ser sus cereales de la mañana, su suplemento de fibra, sus Special K.O.) engorda. Raro.
Las cervezas van cayendo mientras nos vamos poniendo al día tras meses de no vernos. En mi caso, más de un año en el paro ya, la cosa no da para mucho. Pero aún articulo algunas palabras inteligibles. Por ejemplo: después de q el personaje me descubra todos los miserables detalles de su curro de mierda (y el de su mujer), de q me ilustre de qué manera lo/s engañaron con su hipoteca y cómo se vio obligado a solicitar unos de esos créditos con nombre de margarina holandesa (y no, no fueron los de Rabobank, q vaya usted a pedirles pasta a estos... si el nombre ya lo dice todo, pon dos cañas más, niño!), de q me detalle una por una, in crescendo, las letras q le quedan por pagar de su Fiat segunda mano, cuando me pregunta si, como él sostiene, está visiblemente más delgado (tiene más tetas q cualquiera de las q persigo con la mirada, evidentemente aburrido por su incesante letanía, y más barriga q una inseminada en espera de sixtillizos en su octavo mes de gestación) le contesto rotundamente que SÍ (¿sería lógico q en tiempos de vacas flacas este buey estuviera más gordo? me pregunto mientras derramo torpemente el áureo líquido sobre mi bronceado torso). Por supuesto está a régimen (será cosa de la economía, me digo, uno de esos q se ha desenganchado del opio del pueblo: la gente ya no acude a su confesor, ahora va al dietista, lo pagamos entre todos y a éstos aún no se les ha ocurrido pasar el cepillo, lo de los recortes es otro cantar, y el amigo tiene donde recortarse).
Resumiendo: la vida es una mierda y, hoy, hay más mierda q nunca, es más cara pero los mojones son más pequeños.
Pedimos las dos últimas juntando la calderilla de nuestros monederos. No alcanza, pero el Jefe nos sirve dos más: invita la casa. Jolgorio y algarabía. Luego silencio: la fiesta toca a su fin. Yo, escasamente a un trago de espuma de emprender el titubeante regreso a las toallas (para lo q ya voy haciendo acopio mental de fuerzas, equilibrio, aplomo y dignidad), a nuestras mujeres sin duda enfadadas agotada ya toda crítica a nuestras personas, aprofito l’ avinentesa para gorrear un cigarrillo al Jefe.
-Tengo el otro paquete en la bolsa,- me excuso.
- ¡La bolsa! - exclama mi Santo Bebedor.
-Pon dos cañas más aquí, - le grita al mozalbete legañoso para luego susurrarme feliz: -ahora mismo vuelvo.
Y se aleja presuroso, e inopinadamente gallardo, en busca de la cartera que dejó olvidada en su bolsa.